Por Glezpik:
No se si aún no se hayan dado cuenta de la magnitud del evento que tuvimos esta noche. No se si de verdad lo valoren, lo asimilen y den cuenta que lo que se vivió es algo que dificilmente puede disfrutar cualquier persona en este mundo. ¿Exageración?, para nada. La importancia de este pequeño genio que es Martin L. Gore para la escena musical es tan trascendente como lo puede ser un Lennon, un McArtney, un Bono, un Robert Smith, un Morrisey, etc... Su influencia se siente hasta nuestros días en cientos de bandas, en decenas de géneros, en miles de seguidores de su estilo e imagen.
Su música ha sido nuestro consuelo y nuestra felicidad, nuestro refugio en momentos difíciles, nuestra mejor compañía cuando no hubo nadie para acompañarnos en nuestra soledad, nuestra locura, nuestra rebeldía y nuestra obsesión. Su imagen era un poster en la pared de nuestra recámara, o un recorte de revista de esas que sólo vendían en sanborns después de meses de haber salido en europa. Su voz era esa escena de un VHS que veíamos sin cansancio 2 o 3 veces al día cantando Things you said en el 101, o Somebody en el Live in Hamburgo.Todavía me cuesta trabajo creer que ese icono estuvo hoy, con más o menos 400 afortunados fans en lo que fue más una especie de accidente afortunado en forma de fiesta.
Quien iba a imaginar la sencillez de este personaje al acceder a estar en un antro, que si bien no es tan chafa, no se compara a un Madison Square, o a un Dodger Stadium, ni a un Zenith de Paris, o un Hammersmith Odeon, un Pasadena Rose Bowl o un Foro Sol lleno 2 noches. ¿Quién lo hubiera dicho?, a menos de 500 metros del mismisimo Toreo, a menos de 800 metros del paradero de microbuses más peligroso de la ciudad, a menos de 100 metros del periférico norte y rodeado de changarros de tortas, tacos y garnachas; ahí, en el límite del DF y el Edo. Méx. tocó casi 3 horas Martin L. Gore. para sus fans. Verdad o ficción esa anécdota se contará por años y de nuevo tendremos una leyenda más para el amplio acervo.Regreso a la realidad que supera a la fantasía de mi adolescencia, cuando Martin L. Gore era una página de revista y una imagen borrosa de un videotape.
Agradecido por haberme contado con todos aquellos que compartieron el mismo espacio, aire y sonidos que ese sencillo personaje que nos visitó para aviviar nuestro fervor y alimentar la fantasía de aquellos adolescentes que compraban cassettes en el chopo con grabaciones deficientes de conciertos que nunca llegarían a México.
Agradecido por la oportunidad de disfrutar una noche única, que muy seguramente no se volverá a repetir; una noche en que Martin L. Gore tocó para nosotros en un franco gesto de humildad, haciendo sonar la música de artistas influidos por él, con tanta sencillez como maestría para llevarnos de la sorpresa al extasis y hacernos olvidar que hay otra realidad alterna en la que somos empleados, estudiantes, deudores, padres o desempleados; sin ni siquiera tocar una sóla pieza de Depeche Mode. Quizás otra noche hubieramos estado más conscientes de esa realidad, quizás, pero esta noche no.
Pude saludar a Martin al terminar su set, en medio de la oscuridad le di la mano y estreche la suya. ¿lo va a recodar?, ovbio que no, ni siquiera vió quien fue; sin embargo el valor de ese pequeño contacto no supera al valor de tantos años de convivir con su música; esa que más allá de tocarme me cambió la vida.En fin, ahora regreso a mi realidad alterna, en la que soy un empleado que debe entregar hoy mismo un encargo.
Pero regreso con un animo extrañamente renovado, por que el adolescente lleno de sueños y fantasías alcanzó el éxtasis al ver, escuchar y tocar al ídolo que le cambió la vida.
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